Con eso como introducción, le cedo la palabra al señor Rojas y su artículo:
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Tláloc deriva de tlalli
que significa tierra
y octli, que significa licor;
"licor de la tierra"
Teotihuacán es el corazón de la vida Mesoamericana. Es el color base del México Indígena. Allí se inventó el cielo. Allí nació Tláloc, maduró como Dios del agua celeste, como el príncipe lluvia que hizo posible la vida agrícola en grandes proporciones.
La hidrología y la domesticación de la tierra, la comprensión del cosmos y una probada fragilidad de los recursos naturales convirtieron al Agua en el recurso natural más preciado en el pasado próximo de nuestra historia.
Teotihuacán exportó a todas las regiones de Mesoamérica el concepto del Agua Divina y su controlador, Tláloc. Sobrevivió a la muerte de su madre Teotihuacán, a la caída de Tula. Cambió su nombre a Chac en la zona maya y se volvió a llamar Tláloc en Tenochtitlán 1300 años después.
Hoy las bondades de Tláloc estan cautivas en tubos que cruzan ciudades o se envuelven en gases tóxicos. El agua de lluvia, la más pura, está olvidada por la gente, ya no es divina, no se respeta. No se venera.
El orden moral que imponía Tláloc como Dios de la Lluvia a los pueblos de Mesoamérica era la conservación. Hoy los órdenes morales del pasado son considerados retrógrados, fantasiosos o simplemente indígenas, en un sentido por demás denigrante.
El licor de la Tierra peligra sin una ordenanza nueva. Chalchiutlicue la consorte de Tláloc, princesa del agua que corre por la tierra fertilizando, está enferma. Y así, todo su linaje.
Toda la estructura conservacionista planteada con rigor desapareció durante 500 años de entender lo divino de otras maneras. Tampoco los libros de texto hicieron justicia y el agua hoy por hoy sale por los tubos y se esconde en coladeras.
El nuevo reino de Tláloc fue invadido por un ejército de fluores y cremas para acabar con nuestras suciedades. Usurpado por acondicionadores y perfumes para diluir nuestros hedores.
El agua de hoy sólo se lleva lo que no necesitamos, y pagamos por ello. Pagamos por el agua sin saber lo que vale.
Tal vez necesitemos nuevos pecados para restablecer la salud del cielo. Tal vez entender a Tláloc como un patrimonio cultural y ecológico de Nuestro pueblo.
Pensemos en el Agua.
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